La brújula que guía en qué dirección se irán dando los cambios es diferente según la época en la que estemos. En estos momentos, la conciencia ambiental y la búsqueda de procesos que no impacten negativamente sobre nuestro planeta son prioridad para gobiernos, organizaciones y también para empresas. Y así debería seguir siendo. Te contamos sobre el impacto ambiental de la destrucción de documentos y por qué es un proceso sostenible.
Si bien toda la destrucción de documentos es en esencia lo mismo, no se realiza de la misma forma, sino que existen diferentes métodos, y los considerados sostenibles son:
La trituración es el método más común para destruir documentos confidenciales y consiste en utilizar una destructora de papel que corta los documentos en tiras finas o partículas minúsculas, haciendo que la información sea ilegible. Es un método muy accesible y que se integra muy fácil en el proceso habitual de reciclaje de papel.
La desintegración pulveriza el papel hasta convertirlo en polvo, impidiendo cualquier posibilidad de reconstruir la información. Esto, además de garantizar gran seguridad, reduce el volumen del material, por lo que optimiza el almacenamiento y el transporte. El polvo de papel resultante puede utilizarse para fabricar nuevos productos, como material de construcción o combustible.
El último método del que te queremos hablar es la disolución. Como claramente su nombre lo indica, disuelve el papel mediante productos químicos que dan como resultado una pulpa reciclable para fabricar nuevo papel. Es decir, este método elimina completamente la información y la pulpa obtenida se introduce directamente en el proceso de fabricación de papel.
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De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), reciclar una tonelada de papel permite ahorrar aproximadamente 26 mil litros de agua y cerca de 25 m³ de capacidad en los vertederos. Por esto es tan importante reciclar y seguir procesos sostenibles. En este caso, dicho proceso consta de las siguientes etapas:
Recolección y transporte: Las empresas especializadas en gestión de residuos se encargan de recoger el material resultante y se transporta a plantas de reciclaje autorizadas, donde se inicia el proceso de transformación.
Clasificación y selección: En la planta de reciclaje, el material se clasifica para separar el papel de otros elementos como plástico, metal o clips.
Despulpado: El papel seleccionado se mezcla con agua y se desintegra en un gran recipiente llamado pulper. Este proceso separa las fibras de celulosa, el principal componente del papel, y elimina impurezas como tinta o restos de adhesivo.
Blanqueo (opcional): Según el tipo de papel que se quiera conseguir, la pulpa es tratada con un proceso de blanqueo para conseguir ese blanco al que estamos acostumbrados.
Secado y prensado: La pulpa limpia se seca y se prensa para obtener láminas de papel reciclado, que luego se enrollan en grandes bobinas y se envían a las fábricas para su transformación en nuevos productos.
El proceso de reciclaje es solo uno de los procesos sostenibles que se llevan a cabo, pero las empresas que buscan un servicio de destrucción de documentos sostenible deben buscar proveedores que cuenten con certificaciones ambientales como:
La norma DIN 66399 es la referencia internacional para clasificar la seguridad en la destrucción de documentos. Esta norma establece siete niveles de seguridad, que van desde P-1 (protección básica) hasta P-7 (protección máxima). La clasificación se basa en el tamaño de las partículas resultantes tras la destrucción; cuanto más pequeñas sean las partículas, mayor será el nivel de seguridad y más difícil será reconstruir el documento. Las recomendaciones generales para elegir método son:
Esta norma internacional, elaborada por la Organización Internacional de Normalización (ISO en inglés), es la más ampliamente respetada y aplicada en el ámbito de la gestión ambiental. Certifica que la empresa cuenta con un sistema de gestión ambiental que cumple con los requisitos para la protección del medio ambiente. Es decir, que la empresa reconoce, gestiona y disminuye su impacto ambiental, como las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de energía y la producción de desechos.
Esta certificación garantiza que el papel reciclado utilizado en la fabricación de nuevos productos proviene de fuentes responsables y que se ha gestionado de forma sostenible a lo largo de toda la cadena de suministro, desde el bosque hasta el producto final. Hay varios sistemas de cadena de custodia; los más reconocidos son FSC (Forest Stewardship Council) y el PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification Schemes).
Además de las mencionadas, existen otras certificaciones como:
EMAS (Eco-Management and Audit Scheme): Es un sistema de gestión ambiental perteneciente a la Unión Europea, a través del cual se le exige a las empresas analizar, manejar y optimizar su desempeño ambiental.
Certificación de residuo cero: Acredita que la empresa valoriza todos sus residuos y minimiza el impacto ambiental.
Certificaciones de seguridad de la información: Como la ISO 27001, garantizan la disponibilidad de la información, la confidencialidad y la integridad.
El gráfico que ves arriba de McKinsey and Company muestra que los consumidores eligen comprar productos de empresas con iniciativas ambientales, sociales y de gobernanza. Si bien el estudio para este gráfico en específico se realizó en EE. UU., datos similares se han recogido en España y la mayoría de la UE. Es decir que implementar prácticas sostenibles no solo beneficiará a nuestro planeta a corto y largo plazo, también traerá consigo beneficios para la empresa como:
Las empresas que demuestran su compromiso con el medio ambiente se posicionan como referentes y atraen a clientes con valores similares. De acuerdo con una investigación de Nielsen, el 66% de los consumidores está dispuesto a gastar más por bienes y servicios de compañías que operan de manera sostenible.
Las normativas ambientales son cada vez más estrictas en cuanto a la gestión de desechos. Contratar un servicio profesional para gestionar la destrucción de documentos le permite a las empresas cumplir con las normativas y evitar sanciones. En España, la Ley 22/2011, sobre residuos y suelos contaminados, impone la responsabilidad de manejar los desechos de manera correcta y fomentar el reciclaje.
A pesar de que la inversión inicial en sistemas de destrucción de documentos ecológicos parece ser más alta, a largo plazo ahorra recursos. El reciclaje de papel reduce los costes de compra de materias primas y disminuye el gasto en gestión de residuos. Asimismo, al mejorar el uso de energía y agua, se disminuyen las facturas de servicios.
La mayoría del papel de oficina se puede reciclar, incluyendo papel blanco, papel de color, sobres y carpetas.
Sí, siempre y cuando se utilicen métodos de destrucción seguros que garanticen la imposibilidad de recuperar la información.
En Destroy Paper somos especialistas en la destrucción de documentación y el manejo de otros residuos, siguiendo prácticas sostenibles y otorgando las garantías correspondientes.
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